La forma en la que nos relacionamos con nuestros hijos en la infancia, tiene una influencia directa sobre el vínculo que construimos con ellos como padres; y a su vez, sobre la calidad de las relaciones que desarrollen con los demás en la adultez, sobre todo con sus parejas.

Esto tiene sus bases en la Teoría del Apego. El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus cuidadores principales sean estos papá, mamá, abuelos, etc. El tipo de apego que desarrolle el niño en sus primeros 3 años de vida dependerá de cómo sus cuidadores atienden a sus necesidades afectivas. Es decir, más allá de suplir sus necesidades básicas de alimentación, protección y aseo, también es fundamental como padres atender a las necesidades emocionales de nuestros hijos brindándoles atención, cariño, escucha, consuelo y seguridad.

Por ejemplo, si tu hijo llora y tu respuesta es intentar apagar, castigar o reprimir su llanto diciéndole algo como “¡no exageres, no es para tanto, deja de llorar!” automáticamente estás rechazando su necesidad innata de validación y consuelo. En respuesta, tu hijo recibe el mensaje de que “sentir emociones está mal y que expresar su sentir es rechazado por los demás”. Como consecuencia, siendo adulto guarda y reprime sus emociones, le cuesta mucho hablar de lo que siente, y se encierra en su sufrimiento como mecanismo de defensa para no volver a sentirse rechazado, como le pasó en la infancia.

O en otros casos, si te portas frío o distante ante los intentos de cercanía física y cariño de tu hijo, automáticamente le transmites el mensaje de que cualquier demostración de afecto es rechazada. Con lo cual, como adulto le cuesta mucho mostrar sus sentimientos y responde frío ante cualquier demostración de cariño de su pareja.

Como puedes ver, la forma en la que respondemos a nuestros hijos tiene un impacto sobre la manera en la que se relacionarán con sus parejas en la adultez. Finalmente como padres somos el primer modelo que tienen los pequeños sobre como funcionan las relaciones sociales. El estilo de apego que desarrollen nuestros niños, determinará en gran medida el tipo de pareja que elijan, la relación que establezcan con ella y la forma que tengan de comportarse en su relación.

Existen 4 diferentes tipos de apego: 1. el apego seguro (que es el tipo de apego que queremos desarrollar con nuestros niños), 2. el apego inseguro ansioso, 3. el apego evitativo y 4. el apego desorganizado. En el apego seguro el niño siente confianza en sus cuidadores y se siente libre de explorar el mundo sabiendo que los adultos estarán ahí para atenderle. En la adultez podrá expresar asertivamente sus emociones, mostrará cercanía, tendrá seguridad y confianza en si mismo y en su pareja, y podrá construir una relación sana a futuro.

Personas con apego evitativo probablemente tendrán miedo al compromiso y dificultad para mostrar cariño y emocionalidad. Otros con apego inseguro ansioso serán celosos, inseguros y dudarán constantemente del amor de su pareja. Quienes desarrollen un patrón de apego desorganizado probablemente normalizarán el abuso físico y psicológico como muestras de amor. De ahí, la importancia de aprender desarrollar un apego seguro en nuestros niños.

Hoy te dejo 5 pautas para trabajar en este vínculo con tus hijos:

1. Estar presente de manera constante: Parecería muy obvio, pero cuando me refiero a “presencia” no solamente hablo de lo importante que es aprender a reconocer y atender sus necesidades, sino de hacerlo de manera consistente. Debemos como adultos transmitir mensajes claros para que nuestros niños sepan qué esperar de las relaciones y del mundo. Entonces por ejemplo, si mi hijo llora y un día lo consuelo, y al otro día llora y lo castigo, estaré transmitiendo un mensaje inconsistente. El vínculo seguro tiene sus bases en la consistencia de nuestras respuestas como padres.

2. Fomenta su independencia: Los niños con apego seguro son niños que pueden explorar el mundo sabiendo que cuando vuelva, papá y mamá estarán ahí. Debemos permitir que el niño aprenda, explore y se equivoque sabiendo que si nos necesita, ahí estaremos para darle seguridad. Somos la especie que más tiempo necesita para aprender a valerse por sí misma. Por eso es fundamental que ayudemos a nuestros niños a sentirse seguros y capaces de enfrentar el mundo por sí solos.

3. Demuéstrale tu amor de manera intencional e incondicional: Tendemos a creer que “el niño sabe que le queremos porque somos sus papás” y no… a los niños debemos demostrarles nuestro amor a través del contacto físico: los besos, los abrazos, los mimos y las palabras, expresando explícitamente lo que sentimos por ellos. La incondicionalidad de este amor también es fundamental. Debemos expresar que le vamos a querer independientemente de lo que haga. Evita frases como “si te portas mal, no te voy a querer más” esto transmite el mensaje de que el amor está condicionado a “que tan buen niño es”. Lo recomendable es establecer límites firmes frente a su mala conducta, pero sin mostrar rechazo hacia él.

4. Valida sus emociones: como padres tendemos a minimizar los sentimientos de nuestros hijos y es fundamental entender que esos problemas que para nosotros son insignificantes, para ellos son muy importantes. Evita decirle “los niños grandes no lloran”, “si sigues llorando te voy a castigar”. Y más bien aprende a entender, aceptar y acompañar su sentir diciéndole cosas como “entiendo que te sientas triste, estoy aquí para acompañarte”. El niño debe recibir el mensaje de que tiene un lugar seguro para expresar cómo se siente y que es normal sentir emociones que le producen malestar.

5. Ayúdale a regularse: Los niños no tienen la capacidad para regular sus emociones como los adultos. Las personas no nacemos sabiendo qué hacer con nuestros sentimientos, somos nosotros los adultos los responsables de enseñarles a hacerlo. Antes de esperar que el niño se tranquilice en una pataleta, debemos darle herramientas para que pueda transitar su frustración. No podemos dar nada que no somos capaces de hacer por nosotros mismos y si como padre te cuesta manejar tus emociones, es importante que aprendas a regularte primero, para que puedas acompañar a tus niños en su sentir.

Para poder establecer un apego seguro lo más importante será atender a los niños sintonizando con sus necesidades emocionales desde el amor y los límites regulares mantenidos en el tiempo. Solo así, podremos sentar bases sólidas que permitan a nuestros pequeños relacionarse sanamente en la adultez.

Si quieres trabajar más sobre este tema te invito a leer: Crianza con apego: de la teoría a la práctica de Sandra Ramírez y Amar sin miedo a malcriar de Yolanda González Vara. También puedes encontrar en Mr. Books estas opciones: Padres balanceados, hijos felices. Guía para una crianza respetuosa de Felipe Noguera Vidales y 13 cosas que los padres mentalmente fuertes no hacen de Amy Morin.

Y recuerda, tener tu propio espacio psicoterapéutico también será un gran recurso para trabajar en una parentalidad sana, consciente y respetuosa.

Soy Psicóloga Clínica. Realicé mi especialización en Barcelona en el Instituto Superior de Estudios Psicológicos: Máster en Psicología Clínica y de la Salud. Tengo un Posgrado en Psicología Clínica Infantojuvenil y un Máster en Terapia de Pareja y Sexología. Para mí, lo más gratificante y satisfactorio está en saber que, gracias a mi trabajo, el mundo de otra persona se transforma de a poquito en un mejor lugar. Mi motor día a día está en saber que desde mi profesión puedo convertirme en las lucecitas que guíen la vida de mis pacientes y así, poderlos acompañar en su camino de autoconocimiento, bienestar y encuentro personal.